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El movimiento libre, según Pikler

by - abril 22, 2018

Uno de mis propósitos como MDD es el de favorecer experiencias a través de las cuales el niño pueda llegar al aprendizaje, teniendo presente esa satisfacción que siente al ver que puede lograr algo por si solo. El movimiento libre en un entorno seguro y preparado, para que pueda llegar a dichas experiencias, también forma parte del objetivo de orientar el aprendizaje hacia algo que le resulte placentero, teniendo en cuenta que en el cuerpo se apoyan las experiencias, y que, cuerpo y mente, van unidos; si evitamos un bloqueo corporal, también evitaremos un bloqueo cognitivo.
A continuación, comparto unos artículos relacionados con la importancia del movimiento libre, según la pediatra húngara Emmi Pikler.


Emmi Pikler creó un sistema educativo basado en el respeto al niño y una actitud no intervencionista del adulto, que permite su desarrollo autónomo. Ella creía que se tenía que respetar el ritmo individual de cada individuo y asegurar­le todas las posibilidades de tener iniciativas autónomas, de movimiento libre y de juego independiente. Velaba por la salud física y psíquica de los niños, teniendo en cuenta el movimiento , el aire libre y la alimentación. 

Cuando respetamos su ritmo, sin prisas, el niño hace evolucionar sus movimientos. La genética les permite hacer este proceso por ellos mismos. Son unos pasos que hacen todos los niños cuando confiamos en ellos y les damos el espacio y el tiempo necesario.


El beneficio de respetar su evolución se nota en la armonía y seguridad de sus movimientos. Él mismo llega a las diferentes posturas y esto le permite volver con seguridad, con un movimiento fluido, a la postura de antes. Todo el que ha aprendido está en su registro personal y lo puede encontrar siempre que lo necesite. Con sus movimientos irá conociendo su cuerpo (esquema corporal), sus límites y hará madurar su cerebro. Con sus desplazamientos ampliará el conocimiento del espacio y sus posibilidades.

El movimiento libre se basa en: 
  1. Confianza plena en la iniciativa del niño y en su capacidad para moverse y relacionarse con el mundo que le rodea, objetos y seres, así como su capacidad para la autonomía y la comunicación. 
  2. El desarrollo psicomotor es un proceso madurativo que no necesita de enseñanza. 
  3. Un desarrollo armónico de la lateralidad, el equilibrio y el movimiento, solo puede estar asegurado cuando dejamos que estos maduren y se desarrollen a su propio ritmo, que debe estar marcado por la iniciativa del niño y no por la del adulto.

Para Emmi Pikler y para el Instituto Loczy, no puede entenderse el “movimiento libre” sin la cuestión de la autonomía. Se podría decir que permitir a un niño moverse en libertad no solo va a favorecer que desarrolle una mejor salud corporal, en su fisiología, equilibrio y movimientos, sino que le va a conferir un mayor conocimiento de sí mismo y de sus posibilidades o límites, así como una mayor confianza en su capacidad de tomar decisiones, lo que también llamamos un sentimiento de competencia sólido. 

Cuando le decimos a un niño/a cómo debe jugar o lo colocamos en cierta posición, estamos promoviendo su dependencia del adulto. Ya sea porque el pequeño/a va a buscar constantemente nuestra aprobación y no va a realizar los juegos o movimientos por propia iniciativa o placer, o porque lo estamos inmovilizando en el sentido más literal. 

Por último, puntos que hay que tener en cuenta respeto al espacio y los materiales recomendados:
  1. Que la ropa permita y facilite el movimiento libre, y, siempre que sea posible, se recomienda dejarlos descalzos, ya que los pies son un punto de agarre y equilibrio fundamental en el equilibrio. 
  2. Adecuar espacios amplios y lo más diáfanos posibles y con suelos firmes que no se hundan ni se arruguen dificultando el movimiento y el desplazamiento. 
  3. Mobiliario adaptado que permita subir y bajar, moverse en planos inclinados, atravesar túneles… 
  4. Materiales siempre a su alcance, sin exceso y adecuados a cada etapa, que sean fáciles de manipular, que puedan llevarse a la boca y que no necesiten la “ayuda” del adulto. En general se recomiendan lo que se llama “materiales desestructurados“, que no son más que materiales sin un fin en concreto y que en su mayor parte forman parte de la vida cotidiana.



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